11 feb 2013

Swing Astral 7: mi vela X-Pyr.

Portada del artículo sobre la X-Pyr de la revista Avión y Piloto nº38.
Piloto: Armand Rubiella. Foto: José Isidro Gordito.

Un test en las condiciones más duras.
La X-Pyr, la X-Alps, o cualquier prueba non stop de este estilo, tienen dos características que las hacen únicas y más duras que cualquier otra competición de vuelo.
La primera es la dureza física, indiscutible, y que hace que el piloto deba tener un entrenamiento físico y mental elevadísimos. No se puede explicar cómo cambia la percepción de la realidad si llegas a un despegue tras bajarte de un coche o tras un esfuerzo de días flirteando con el límite de lo que tu cuerpo soporta. Lesiones, cansancio, estrés de competición… todo esto aumentando en progresión geométrica a medida que pasan los días, de tal manera que si al quinto día estás “tocado”, cuando llevas diez te parece que llevas un mes. Uno puede llegar a sorprenderse a sí mismo con decisiones que, en calma y descansado, te parecerían un desatino descomunal. 
La segunda característica es la disposición del piloto a volar en unas condiciones sin más límite que conseguir despegar. Si llueve, nieva, graniza, hace sol o hay tormenta, el piloto despegará para ahorrarse el trabajo de andar e intentará a toda costa sacarle kilómetros a su destino. Si alguien cree que un participante ambicioso va a dosificar el riesgo, está equivocado. Para asumir este juego y ganar la apuesta de la seguridad el piloto necesita dos cosas: A.- Una enorme honestidad consigo mismo para evaluar si su experiencia le permitirá encontrar la solución correcta a cada situación, teniendo en cuenta que las condiciones de vuelo pueden llegar a ser extremadamente duras; y B.- Una vela que haga cuerpo con el piloto, que se comporte como parte de sí mismo, con la que se sienta tan a gusto como si se tratara de una extensión de sus extremidades.

Cuando acelerar es obligación.
La Astral 7.24 de Swing que me dejó Andreas Mezger (Swing España), me llegó muy justa de tiempo. Apenas pude hacerle dos vuelos para probarla antes de la carrera, pero adaptarme a su personalidad fué muy fácil. Por un lado sabía lo que me iba a encontrar, ya que los “papás” del parapente hace mucho que evolucionan juntos sus velas y siempre han sido muy coherentes con la creación de sus nuevas “criaturas”. 
Esta versión 7 es muy distinta a mi Astral 6. Es cierto que tuve que adaptar el pilotaje y cambiar algunos hábitos en térmica, ya que donde la Astral 6 me pedía mucho mando, con la 7 conseguía una mayor eficacia con menos recorrido de freno. Al final se trata de diferentes formas para un mismo fondo. Swing investiga y evoluciona siempre en la misma dirección: se busca el mayor rendimiento, pero siempre que el comportamiento del ala sea sano. Por eso yo destacaría un aumento de prestaciones importante, pero especialmente con la vela acelerada. Eso la convierte en una de las más punteras en su gama, sin ninguna duda. Pero la grandeza de esta vela, lo que me ha hecho pensar que en mis manos tengo una vela excepcional, es que se puede acelerar tanto como se quiera con una tranquilidad que personalmente nunca había sentido. Alcanza una velocidad altísima con una estabilidad que impresiona. La he volado en condiciones realmente duras. Muy duras. La tuve que acelerar a fondo hasta la extenuación. En una prueba como la X-Pyr es inevitable. Pués bien, nunca se me plegó la vela. Ni una vez. Se movió tanto como quiso, me zarandeó, me puso de lado con alabeos muy cercanos a los 90 grados, pero nunca perdí el control ni una décima de segundo. 
Cruzando el valle de Aisa, sobre la cumbre del Aspe, a 3.200 metros, el viento de suroeste me obligó a empujar a fondo el acelerador para poder seguir en dirección oeste a 80 km/h… con mi proa apuntando al sur-suroeste. Al bajar por debajo de los 3.000, desaparecía el viento y se volvía descendente ya que entraba viento de norte en superficie, desde Francia, donde todos sus valles estaban ya llenándose de niebla formando el clásico muro de Foehn, y dejando mi vuelo por las caras soleadas del lado sur en pleno sotavento. En un vuelo tan turbulento, tan cerca del relieve en muchas ocasiones, esa característica de estabilidad pasa por delante de las prestaciones, de la maniobrabilidad, de la manejabilidad y de cualquier otro parámetro. Pero es que el bicho lo hace todo bien, muy bien. Es cierto que el mando “se acaba” antes que el de la Astral 6, pero, todas las velas tienen un final y el de ésta llega unos centímetros antes que su hermana anterior. A cambio, el rendimiento del giro es espectacular, sólo comparable a las velas “open”, a los Fórmula 1 del aire. Hay una diferencia fantástica con estos F1, y es que la Astral 7, cuando llega al límite del mando, el plano avisa que entra en pérdida, se levanta la mano uno o dos centímetros y el tema se soluciona… un espectáculo. 
Todas las velas, de la primera a la última, hay que comprenderlas para que nos gusten. En esa comprensión inicial radica que un piloto se sienta más o menos a gusto con una vela que prueba por primera vez. Pero al final, si queremos sacar el rendimiento que el probador de una fábrica puntera se esmera durante meses y meses en encontrar, hay que comprender su trabajo, por qué ha escogido una solución u otra priorizando así un parámetro u otro, la maniobrabilidad, la manejabilidad, el rendimiento, la estabilidad, incluso el envejecimiento si la solución adoptada es susceptible de empeorar antes o después la puesta a punto de la vela. 
Hace muchos años existía un aparato con una fama infernal llamado Saphir, al que se acusaba de giro imposible. Tardamos unos 6 meses en encontrar la secuencia de acciones (7), entre mando, alabeo y movimiento de silla de pilotaje para descubrir un giro súper performante y súper maniobrable. La Astral 7 nos lo pone mucho más fácil ;-) En dos vuelos se comprende que la carga del peso hacia el lado del giro, con agresividad, previa a la bajada del mando, casi simultánea, es muy recomendable en este modelo… y muuuy divertido.
Despegar con esta vela en todas las situaciones imaginables, entre piedras, matojos, viento fuerte, flojo, de lado, de cola, lo que venga… otro espectáculo… Chapeau Swing Team! Congratulations, good job!
Y por último, lo que nos va a durar. No perdáis detalle de sus refuerzos internos. Otro espectáculo!!!

Armand Rubiella

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