22 dic 2012

Vestir un sueño.

Josito y Armand -o "las siamesas"-, bien equipados, en la cumbre del Picalvo.

Con motivo de la salida que tenemos mañana al Puigllançada, nos parece muy oportuno compartir con vosotros un artículo dedicado a un tema importante y al cual la mayoría de nosotros no prestamos la suficiente atención: ¡la ropa!
¿Cómo nos vestimos cuando vamos a volar? ¿Vamos bien equipados? 
A menudo no invertimos el tiempo suficiente en la preparación de este punto, dejándolo como algo secundario, cuando la realidad es que de una buena equipación dependerá gran parte del disfrute de nuestro vuelo.
Leed con atención este texto de José Isidro Gordito, experto conocer del tema, no únicamente por sus experiencias personales vividas a lo largo de su inacabable trayectoria alpinística, también por sus conocimientos profesionales adquiridos durante años como Responsable de Producto de una acreditada marca de ropa de montaña. 
¡Gracias una vez más, Josito!


Sistemas de vestimenta para parapentistas, paralpinistas y pilotos de paramotor.

Es cierto que la meteorología del día elegido condicionará la ropa que se usará tanto en la aproximación a los despegues y campos de vuelo, como aquella que se empleará en el aire. Pero recordemos que nuestras aventuras acostumbran a desarrollarse en ambientes severos, muchos de ellos en plena alta montaña, con puntos de partida ubicados en altitud, y con una ineludible exposición a una meteorología rigurosa y cambiante. 
Los vuelos pueden ser de larga duración, en una actitud más o menos estática que genera poco “calor” y con la siempre molesta acción del viento.
Si, por otra parte, se produjese una incidencia en vuelo que implicase un aterrizaje en un lugar alejado, prever vestimenta de protección a la intemperie es algo básico.

Antes de
Recordemos que cualquier vestimenta no genera calor o frío por sí misma. Se trata de contar con “una segunda piel” que sea el almacén de aire calentado por la energía generada por nuestro cuerpo, o un envoltorio que acelere el proceso de expulsión-dispersión de la humedad generada para así mantener nuestro “microclima” en las mejores condiciones, posibilitando que el confort contribuya a una correcta mecánica de nuestras funciones vitales y a un “relax” tal que la toma de decisiones no se vea comprometida. Muchas son las ocasiones en las que hemos ido directos al aterrizaje, renunciando a un buen vuelo, por tener demasiado calor o demasiado frío…
Pero para que nuestro cuerpo funcione y saquemos auténtico partido a las fibras que nos envuelven, hay algo fundamental que casi nunca se tiene en cuenta. La hidratación es la base de todo; deshidratados no irradiaremos calor a las prendas, ni estaremos cómodos, ni pensaremos con claridad ni…
Un Camelbak, cargado con agua y bebidas isotónicas que ingeriremos a pequeños sorbos para facilitar su absorción, hará que podamos calentar la ropa térmica y que no saturemos las prendas con un excesivo “torrente” de transpiración que nos enfríe rápidamente. La ingesta de alimentos de absorción rápida, como alguna barrita energética, frutas frescas como un plátano, o frutos secos como orejones, dátiles o similar… mantendrán intacta nuestra “pila” sin necesidad de engullir nutrientes pesados (unas lonchitas de jamón serrano o de pechuga de pavo son, como máximo, suficientes para contar con una reserva calórica más que eficaz) que bloqueen nuestra progresión por precisar mayor aporte energético para ser transformados y asimilados. Con determinados frutos secos (almendras, avellanas, etc…)  y los chocolates hay que tener más cuidado, pues su absorción es más lenta y es bueno dejarlos reservados para el momento previo al despegue, o incluso el aterrizaje (donde para reponernos deberíamos seguir ingiriendo líquidos) en el que nuestros movimientos no serán tan enérgicos y su procesado no robará recursos a una tarea aeróbica de pulso más elevado, como es una marcha de aproximación. Con los geles hay que tener cuidado. Requieren, para su asimilación, gran cantidad de agua, y proporcionan un efecto “rebote” (un gran subidón al que sigue un enorme bajón) que si vamos a continuar muy activos puede no ser nuestro mejor aliado. Aun así, ofrecen una agradable sensación de “resurrección” tras un esfuerzo intenso y son a tener muy en cuenta si lo que vendrá tras su ingesta es un vuelo placentero que no exija demasiado de nosotros.

Vestirse… ¡de pies a cabeza!
Una vez observado el punto de partida, empieza verdaderamente la colocación de las prendas sobre nuestro cuerpo. Ni más de la cuenta, para no sudar antes de tiempo y acelerar la deshidratación, ni menos de las necesarias para evitar una tiritona que robe, igualmente, energía a nuestro motor.

-en contacto con la piel. Tal vez yo sea un poco maniático, pero cuando uso vestimenta interior térmica la utilizo de verdad. Nunca olvido los calzoncillos, preferiblemente en formato bóxer, para mantenerme seco por completo. ¿Para qué usar fibras de algodón, enfriarme y comprometer el rendimiento de la ropa que coloque encima? Poliéster tratado, con algo de elastano para tener una mejor adaptabilidad, es mi elección. Para las chicas hay disponibles, en el mercado, braguitas, sujetadores… de tejidos técnicos que harán más cómoda su actividad en la Naturaleza.
En la parte superior (tronco) suelo llevar una camiseta interior térmica. Manga corta, cuello de caja y tejido sintético fino de celdillas (Coolmax, Textherm MBC o similar) si hace calor; manga larga, cuello cremallera (mejor termorregulación) y quizás mayor grosor o, simplemente, fibras que almacenen más aire caliente como el Thermax, Thermastat o Thermolite, si me muevo en otoño-invierno o en lugares de alta montaña en primavera o incluso… ¡verano! A alta cota todo cambia y el verano no es el mismo que a nivel del mar. 
Últimamente también se están popularizando las prendas que mezclan los materiales sintéticos con los naturales, en forma de lana merina o similar, que si bien son un fantástico almacén de aire caliente, el secado se ralentiza y el aumento de peso, una vez mojadas, se hace considerable.
Las piernas también forman parte del cuerpo. ¿Por qué razón olvidarlas? Es verdad que no precisan tantos cuidados pues no albergan órganos vitales, pero estaremos más cómodos si estamos bien vestidos. Si arriba llevamos una prenda gruesa, debajo podremos llevar una malla más fina, pero no olvidemos lo importantes que son las extremidades que nos transportan de acá para allá.

-colocadas sobre la primera capa. Como vemos, estamos diseñando –sin pretenderlo- un sistema de vestimenta por “capas”. La primera, en contacto con la piel, nos mantiene secos pues capta la humedad, la pasa a su cara exterior (los tejidos acostumbran a tener un polo hidrófilo y otro hidrófobo) y allí, en contacto con el aire, se dispersa para mantener nuestro “microclima” en condiciones óptimas. Así, secos, seremos capaces de conservar un nivel óptimo de hidratación, que nuestras funciones corporales no se vean comprometidas y que podamos irradiar calor (o simplemente dispersarlo si es pleno verano o somos muy calurosos) dispuesto para almacenarse en las capas sucesivas con la finalidad de evitar “pasar frío”.
Ahora le toca el turno precisamente a esas: a las que colocamos sobre las primeras para que almacenen el aire que nos mantendrá calientes.
Es, pues, el turno de las prendas, también de poliéster, pero esta vez perchado. O sea, tejidos a los que se les ha sacado “pelo” para ocluir aire aumentando su espesor pero reduciendo peso en relación a tejidos compactos más gruesos. El “polar finito”, bien con pelo a dos caras o, mejor, con pelo en la cara interna, pero con una cubierta elástica a base de elastanos en el exterior para conseguir mayor adaptabilidad al cuerpo, es la elección ideal.
Este sistema es válido también para las piernas –como siempre- Los más calurosos prescindirán de la malla interior y se colocarán únicamente la capa que nos ocupa, ya que la transpiración del tren inferior no es tan acusada como la del superior, y la necesidad térmica tampoco es tan acusada.

-Le toca el turno a ¿la capa final? Ahora sólo queda cubrir el almacén de aire caliente con algo que lo complemente (guarde más aire caliente) o evite que se vacíe o se moje. 
Sería justo pensar, pues, en una membrana fina y ligera que, colocada sobre el resto de la ropa, cumpliese con el objetivo. Podría venirnos a la cabeza un mono, que personalmente descarto por su falta de modularidad, su volumen y peso en relación a los beneficios que aporta. Dos prendas (chaqueta y pantalón) finos, tipo “chubasquero” aunque de buena calidad (Membrana 3 capas, Gore Paclite o similar…) también son una opción, pero yo prefiero las prendas tipo soft shell por su adaptabilidad y por el valor añadido que muchas representan. Es cierto que este tipo de prendas, populares como chaquetas, es raro de ver en  tiendas en su versión de “cubrir las piernas”. 
Por ello elijo un pantalón de invierno en material tipo Schoeller caliente (elástico en el exterior, con pelito o perchado en el interior, y que también entraría dentro del concepto soft shell pero no en forma de compacto de polar+membrana+cubierta). Como chaqueta, mi elección es esa prenda cortaviento con membrana intermedia, polar en el interior y cubierta lisa elástica en el exterior, tan fácil de ver en cualquier comercio. Con ella, tengo la membrana que corta el viento o soporta una ligera llovizna (con lluvia o previsión de ella no salgo a volar), el polar potencia el efecto térmico del jersey de forro interior, y el exterior evita que se me enganche en las bandas, el suspentaje… ¡además de ceñirse a mi cuerpo! ¡Todo en uno!
Un buen sistema que proteja nuestras piernas es muy importante en una actividad, el paralpinismo, donde no es frecuente utilizar carenados, sino sillas ligeras reversibles donde piernas y pies suelen ir más desprotegidos que en zonas de vuelo de “escuela”.

-Pero puede no ser suficiente. Cierto; aunque hemos completado la “teoría de las 3 capas”, toda regla está hecha para incumplirse. En montaña suele hacer más frío que en zonas bajas, nuestra actividad es más o menos estática y las prendas expuestas hasta ahora pueden mostrarse insuficientes. En muchas ocasiones, no necesariamente en invierno (prueba a volar en verano en el Pirineo y subir hasta 4.000 metros), hace falta una cuarta capa, en fibra (Primaloft, por ejemplo) o pluma (mejor la primera) para cubrir todo lo demás.
En esas condiciones, mi pantalón tipo soft shell-Schoeller también es insuficiente y, o añado una malla interior más gruesa, o lo cambio por una malla interior, muchas veces polar de gran densidad, y un sobrepantalón tipo esquí con membrana impermeable-transpirable exterior y un forrito caliente interior, que complementa la prenda que llevo debajo. O sea, el típico pantalón tipo montaña en construcción 2 capas, pero con un forro más caliente que una rejilla que protege del roce la membrana impermeable. Hay grandes cosas en el mercado, destinadas a esquiadores freeride, con un look verdaderamente actual, cortes muy cuidados ceñidos al cuerpo, piezas elásticas…

Resumiendo:
Personalmente, para subir a cualquier montaña con la idea de despega desde su cumbre, o volar en otoño-invierno, o primavera fría, llevaría una camiseta interior térmica bien de manga corta o manga larga, pero no muy gruesa, para la aproximación. Como la espalda se mojará por transpiración, ya que su salida queda bloqueada por la mochila-silla, llevaré otra camiseta seca, en esta ocasión de manga larga, cuello cremallera y mayor grosor o tejido más cálido que la de la caminata. 
La elección de uno u otro tipo de  camiseta para la ascensión será efectuada en el coche, en función de la meteorología del día elegido.
Para las piernas, bien una malla térmica o tipo atletismo que, en función del día será tipo pirata o larga. Si hace frío tal vez la sustituya por un pantalón tipo trekking en materiales transpirables y elásticos para mayor movilidad.
Si hiciese fresco, comenzaría la marcha con un jersey de polar, que seguro me quitaría transcurridos unos minutos, pero que dejaría a mano ante eventuales paradas.
Ese jersey polar será la capa que colocaré encima, tras cambiarme de camiseta en la cumbre, configurando un sistema seco y caliente. 
Pensando en volar, si el día es benigno optaré por cambiar la malla por un pantalón tipo soft shell-Schoeller más o menos caliente, pero siempre elástico. Si hace frío, añadiré una malla interior en contacto con la piel, y cubierta por el pantalón.
Para la parte superior, sobre el jersey polar colocaré una chaqueta soft shell construida por tres capas: polar en el interior, membrana cortaviento intermedia y exterior elástico y liso. Ello garantizará buena protección ante el viento relativo y los elementos.
Un día frío pensaría en llevar una sobrechaqueta de fibra o pluma que complemente la prenda anterior o que, si no hace un frío atroz, incluso la sustituya.
En los pies, en primavera y otoño unas zapatillas con membrana (mejor protección ante el viento, y por consiguiente pies más calientes), serán mi elección para la marcha de aproximación, pero en invierno seguro salgo del coche -y no me lo quito para volar- con el mismo calzado con que escalo en hielo o dry tooling en invierno, que son unas ligeras (material sintético + relleno de fibra) botas con caña no excesivamente alta, que protegen y proporcionan, a la vez, una excelente movilidad del tobillo con la posibilidad de poderse cramponear de forma automática…
En primavera y otoño he llegado a volar (mayor protección térmica o ante el viento en la zona de los tobillos) con unas zapatillas con membrana y unas polainas cortitas, de las empleadas para la nieve, que no se deben olvidar nunca en invierno.
El calcetín de la ascensión –transpirable, tipo Coolmax, aunque con banda de rizo en puntera y talón- será sustituido (cuando se llegue a la cumbre, si no se ha salido de casa con él) por uno seco, más alto, en tejido más caliente como Thermolite o similar. Ello garantiza protección térmica en una zona crítica cuando se vuela (entre el tobillo y la pantorrilla, o entre la zona en que acaba la bota y prácticamente la rodilla, si estamos en invierno).
En la cabeza, casco ligero de escalada y un buen balaclava con membrana cortaviento, al menos en la zona del cuello.
Para las manos, guantes cálidos y con buen tacto, de los que llevaré repuesto en la mochila. Yo no soy muy amigo de los guantes multicapas, pues hay que calentar la primera, irradiar calor a la segunda… y mucho volumen compromete el tacto. Sin contar con que muchas capas pueden comprimir más la mano que liberarla, e impedir la correcta circulación sanguínea. Últimamente vuelo y escalo con guantes más finos, con ligero aislamiento térmico del tipo Primaloft, que al permitirme mover la mano la mantienen más caliente que esas cosas gruesas que al impedir los movimientos me mantienen estático haciendo que todo se enfríe. Huye de las palmas en Kévlar o similar, pues aunque resistentes endurecen mucho con el frío, no tienen un buen tacto, y en condiciones de humedad… ¡todo se escurre! La precisión al asir el mando es fundamental en nuestra actividad.

Nunca se deben olvidar las cremas de protección solar, el protector labial ni unas buenas gafas con protección anti-UV de alto nivel. La radiación en las zonas de alta montaña hace auténtica “pupita” a los ojos.

Gorra para la aproximación (protección solar), en caso de hacer actividad en uno de esos días en que el astro “pica” o gorro en caso de que haga frío (para no perder mucho aire caliente, recordemos que por la cabeza y el cuello es por donde más se pierde) no pesan ni abultan en la mochila, y demuestran gran utilidad. Yo suelo llevar, todo el año, un Buff, un neck o cuello de polar o polar cortaviento…

Si el día es frío, además del Camelbak repleto de agua, un traguito de alguna bebida caliente antes de despegar, transportada en un termo, será un reconfortante aliado. Esa puede ser la mejor garantía de mantener el cuerpo caliente ante un reto como el de volar.

Del papel higiénico, un mechero, una navajilla en la silla por si nos quedamos en un árbol, un pequeño botiquín… no apuntamos nada, pues este texto hace referencia exclusivamente a la vestimenta, pero nunca se sabe cuándo nos pueden salvar la vida, como lo puede hacer una buena elección de la ropa.

José Isidro Gordito

No hay comentarios: